Comadreja en el hayedo

Comadreja en el hayedo

Yo creo que sólo hay una forma de cruzarse con este mini depredador, y es si él quiere. Y en esta ocasión no ha sido distinto.

Caminábamos muy de mañana en uno de los hayedos maduros de la región asturiana. Como siempre: muy despacio y en silencio, pues estamos seguros de que el oído es igual o más importante que la vista cuando queremos descubrir lo que sucede a nuestro alrededor en un entorno salvaje.

Hacía frío, y una suave brisa permitía a las hojas del suelo recobrar la vida, recordando tiempos mejores cuando el viento las mecía en sus altos balcones de madera. Pero una de estas hojas se movía diferente. Dejando la vista detenida uno segundos en cada rincón, puedes ver ‘de reojo’ las hojas aquí y allá moviéndose unos centímetros, y sólo así pudimos discernir una que no seguía el patrón: premio!

Ante nuestros ojos, una comadreja nos había visto, y, con la famosa curiosidad de estos pequeños mustélidos, comenzó a observarnos mientras imitábamos estatuas. A partir de ese momento, y durante unos interminables minutos, este pequeño pero gran cazador asomó y se sumergió en la nada y de la nada al menos en 7 puntos diferentes en un territorio de unos 10 metros cuadrados. La red de galerías subterráneas que empleaba parecía no tener fin, y por alguna de ellas decidió desaparecer…

Comadreja asomando a saludar.

Comadreja asomando a saludar.

La curiosidad obliga a la comadreja a regalarnos largas miradas.

La curiosidad obliga a la comadreja a regalarnos largas miradas.

Comadreja: Una red de galerías infinita bajo el suelo.

Comadreja: Una red de galerías infinita bajo el suelo.

Entre la hojarasca, como una hoja más...

Entre la hojarasca, como una hoja más…

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