Para quien no lo sepa, -aunque supongo que los lectores que lleguen aquí seguramente si-, el visón americano llegó supuestamente a la península de escapes -fortuitos o intencionados…- de granjas peleteras.
Su gran adaptabilidad, su alto grado de depredación, y los hábitats a los que llegó, con abundantes fuentes de alimentación, así como la virtual falta de depredadores sobre su especie, y su alto potencial reproductivo -por sus camadas, más numerosas que especies ‘similares’ como la nutria o el visón europeo…- permitieron a esta especie instalarse, expandirse, e ir desplazando a estas otras especies similares, entre las que destaca el visón europeo, en franco retroceso en la península.
Durante la berrea de este año 2018, año en que hemos tenido menos ocasión para salir a disfrutar la berrea, tuvimos la enorme fortuna de disfrutar esta escena, solos, y bastante cerca, con los últimos rayos de sol de la tarde. La ausencia de viento además nos permitió escuchar el impresionante chocar de las astas, por lo que te recomiendo subir el volumen al máximo.
Con la primavera, y su característica inestabilidad atmosférica, son muchos los días que en los bosques más elevados se dan unas circunstancias que me encantan: floración, lluvia, y niebla.
