Días de mayo

Días de mayo

Bosque cabecera

Un finde inmejorable

No suelo realizar ‘crónicas’ de salidas de campo, pero en esta ocasión creo que merece la pena. Pocas jornadas más ‘gloriosas’ recuerdo en todo el tiempo que llevo campeando. No quiero ni imaginarme la sequía de avistamientos que me espera para poder compensar estos días.

Otro tipo de campeo

Desde que recuerdo, siempre he querido una furgoneta. Esa sensación de libertad, de no tener que volver a casa a última hora del día, cuando estás disfrutando de un buen avistamiento, o simplemente estás tan lejos que conducir de noche un par de horas se convierte en un incordio…

Poder alargar las jornadas de campo, y aprovechar un mismo desplazamiento para disfrutar un atardecer y un amanecer ‘por el mismo precio’ es un «lujo», aunque dormir en un espacio tan pequeño sin las comodidades habituales pueda no parecerlo… Pero lo es. Con un poco de ropa, un neceser básico para la higiene/botiquín, y un hornillo+termo con tu combinación favorita para desayunar, puedes aguantar ‘lo que te echen’ por una buena causa. Y este fin de semana, lo mereció, ¡vaya si lo mereció!. Tanto que fueron un total de 3 noches en un mismo rincón observando sin más.

Modus operandi

Al cabo de varias excursiones largas de éstas, uno va adquiriendo las prácticas que considera más apropiadas (en lo práctico, y en lo ético), que se podrían resumir en:

· Aparcar en un rincón discreto, en algún extremo de un valle, por ejemplo, con buenas vistas, teniendo en cuenta los puntos de salida y puesta de sol, y teniendo en cuenta la cobertura vegetal para ganar discreción.

· Orientar el portón lateral hacia el campo visual, y con el portón abierto y una mosquitera grande y oscura a modo de cortina, y las ventanas del lateral opuesto oscurecidas por aislantes para evitar que al pasar la luz delate nuestra silueta o movimiento.

De este modo, no es necesario permanecer fuera del vehículo prácticamente nada, algo fundamental, especialmente al amanecer, para no romper la tranquilidad del lugar, y que ningún bicho se mosquée y cambie su hábito.

Ni que decir tiene que hay que comprobar siempre, previamente, la posible existencia de normativa aplicable, revisando la bibliografía y cartografía existente para saber si estamos dentro de algún espacio natural protegido, con su correspondiente instrumento de gestión, zonificación, y limitaciones de usos, llegando en su caso a tener que solicitar los permisos necesarios si la actividad que pensamos desarrollar es un uso autorizable. En todo caso, aun cuando nos encontremos en una zona ‘libre’, hay que aplicar el sentido común y una ética exquisita a la hora de realizar la actividad de observación/fotografía, ya que, por una parte, debemos interferir lo mínimo, y aunque se diera el caso de ser una zona fuera de espacios naturales, numerosas especies tienen su protección específica, y todas están bajo el amparo de la Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y Biodiversidad.

 

Avistamientos

Al lío: durante los cuatro días que duró el ‘finde’, dediqué a la observación los atardeceres y los amaneceres en un mismo rincón. El resto del tiempo me alejé de la zona -del todo- para pasear sin pretensiones y conocer lugares nuevos, descansar, etc…

En ese rincón, y en tan sólo dos días, sin cambiar de sitio, la lista de mamíferos observados ascendió a la increíble cifra de 9 especies vistas (oso, lobo, gato montés, tejón, zorro, corzo, jabalí, venado y rebeco. Dos posibles liebres no confirmadas, harían ascender la cifra hasta 10, y contando los paseos cercanos, a sumar otra especie de mamífero (comadreja).

Respecto a otros grupos faunísticos, la representación fue más escasa, pero interesante: víbora, culebra lisa europea, lagarto verdinegro, águila real, águila culebrera, busardo ratonero, alimoche, cernícalo vulgar, cárabo, pico picapinos, pito real, pico mediano, varios territorios de alcaudón dorsirrojo, escribano cerillo, curruca zarcera, pajarillos variados, …

En resumen, un fin de semana de campo glorioso… Al menos en lo que a avistamientos respecta, ya que no sólo fue posible ver estas especies, sino que en la mayoría de los casos, el avistamiento fue suficientemente largo y luminoso como para que su comportamiento fuera un plus muy interesante, bien por interacciones entre individuos, o por interacciones entre especies, encuentros casuales, choques depredador-presa, marcajes de territorio, etc. ‘Lamentablemente’ -por poner un ‘pero’- desde el punto de vista de la fotografía/vídeo la cosa no fue tan ‘bien’, ya que el mejor de los encuentros fue irretratable, y el resto con mera calidad documental… pero en la retina -y en el oído- queda, y de ahí no se borra jamás.

Gato montés
Gato montés

Gato montés

Pude observar un gato, sin determinar género, al menos 3 de las 4 jornadas totales, dándose la situación de que en la última jornada, apareció un segundo individuo, y se enredaron en algún tipo de pelea territorial, supuestamente. Al margen de esto, su discurrir diario incluía un buen montón de intentos de caza, algunas horas de ‘meditación’, mucho rato soleándose, y campeando por todo el campo abarcable a la vista. Incluso algunas huellas cercanas en el barro parecía haber.

Oso pardo
Oso pardo

Oso pardo

Durante unos breves pero intensos 30 segundos, un individuo, aparentemente subadulto, de oso pardo, entró en la escena, en lo que parecía una ‘huída’, ya que el paso era rápido, llegando a trotar, y parando cada pocos metros para dirigir la mirada siempre al mismo sitio, la espesura. Desapareció sin volver a asomar más. Parece ser que no es el único individuo que se ha visto por la zona estos años, y podría estar huyendo de algún adulto, o de alguna otra ‘fiera’ fuera de nuestra vista, nunca lo sabremos.

Lobo
Lobo

Lobo

Pero sin duda lo más increíble de todo el tiempo de campeo, fue el protagonismo acaparado por el Lobo. Tan increíble, como que a la hora de haber llegado al sitio elegido, y aun de día, el aire se llenó de aullidos, ladridos, gruñidos, gemidos, y todo tipo de vocalizaciones inconfundibles. La tarde se terminaba, pero su actividad no hacía más que empezar. Los conciertos se reprodujeron hasta en 4 ocasiones durante la tarde-noche, terminándose más o menos con la salida de la luna, ya gibosa -creciente-.

Esta no sería la única vez durante la estancia que este grupo se dejaría ver, y tampoco sería la mejor, pero eso quedará para ‘consumo propio’ 😉

Os dejo un minuto de Paisaje Sonoro. El protagonismo es indiscutible, pero también podemos oír un avión pasando, y algo interesante, los pajarillos -petirrojo, acentor, curruca zarcera…- que indican que aun es de día!. El ruido es molesto, ya que están lejos, y está amplificado el audio, pero, merece la pena sumergirse este minuto 🙂

Otras observaciones

El mamífero que más se dejó ver fue sin duda el venado. En casi cualquier dirección aparecía un pequeño grupo de hembras con jóvenes machos, o algún grupo compuesto exclusivamente por machos, de los cuales la mayoría, extrañamente, aun tenían ambas cuernas. Otros ya habían sufrido el desmogue, total o parcialmente.

Me llamó la atención el comportamiento arisco de muchas hembras, marcando una especie de jerarquía a la hora de beber, o de elegir lugar donde tumbarse, llegando a realizar verdaderos combates de boxeo erguidas sobre las patas traseras y pataleando. El resto solían ser pequeñas patadas con las patas delanteras, o mordiscos rápidos en el lomo.

Respecto a las aves, la principal observación se centró en una pareja de águila real, emitiendo una especie de llamada potente repetitiva, y realizando vuelos de ‘montaña rusa’ como si …¿estuviera en celo?. También había por la zona una algarabía de currucas zarceras, acentores, petirrojos… y un par de territorios de alcaudón dorsirrojo, con las parejas entregadas a su labor amorosa.

Completaron las jornadas varias especies de herpetos, un sinfín de flores, y esta curiosa colmenilla (Morchella sp.) que adornaba un pequeño canal de un molino en desuso.

Alcaudón dorsirrojo. Pollo

Alcaudón dorsirrojo, hembra. (Lanius collurio)

Colmenilla

Colmenilla (Verpa bohemica)

Volver

Da un poco de pena abandonar un lugar así, pero casi es mejor retirarse con la sensación de haber recibido un gran premio, y descubrirse a uno mismo repasando mentalmente las escenas en cualquier tiempo muerto, en cualquier otro lugar. A los que os guste viajar con la mente a menudo, como a mi, es un placer ‘rumiar’ los recuerdos cuando no hay otro remedio, esperando con ansia otra oportunidad de escapar a ese rincón que nos espera, que nunca está en el mismo sitio, y que forma parte, sin saberlo, de nuestro puzzle vital. Allí nos vemos.

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